Lo llamado “sexual” es todo aquello que con el propósito de obtener placer se ocupa del cuerpo, sin embargo éste término no debe reducirse a la unión de los genitales o a la reproducción como tal, ya que se podría estar excluyendo una serie de comportamientos que contienen igualmente sexualidad en su ser.
Así que para realizar una definición integral pero vana de lo sexual, podría decirse que es todo aquello que incluye la oposición entre los sexos, la ganancia de placer, la función de reproducción y “lo indecoroso” que se ha mantenido en secreto durante tanto tiempo, pero que de igual manera se practica.
Sin embargo para la ciencia existe un grupo minoritario, cuya vida sexual se deshabitúa de la normal. Dichos personajes han perdido la capacidad para diferencia un sexo de otro, renunciando a participar en la reproducción y llamados comúnmente homosexuales, quienes en muchos casos poseen una vida personal excepcional. Se presentan como “tercer género” para reclamar la aceptación que la sociedad les roba. Y por más acusaciones que se les haga de indecorosos, su vida sexual es muy similar a la de los heterosexuales.
De esta manera surge una clasificación para todas aquellas prácticas sexual salidas de lo normal; agrupándosele en dos grupos: los que mudan de OBJETO sexual y en los que se altera la META SEXUAL.
Al primer grupo pertenecen los homosexuales, cropofílicos, necrofílicos, zoofílicos, fetichistas, entre otros. El objeto sexual “normal” sería el sexo opuesto.
Al segundo grupo pertenecen los sadistas, masoquistas, exhibicionistas, voyehistas y unos que disfrutan con la conjugación de todos estos elementos.
Así mismo, estos dos grupos se dividen en los que llevan su deseo sexual a la realidad y los que lo dejan en la fantasía.
Dichos fenómenos deben considerárseles como actos frecuentes y difundidos y no excluírseles a un grupo determinado y estigmatizado. De esta forma será menos complicado comprender la vida sexual humana.
Para demostrar que tales acontecimientos llevan una vigencia a lo largo de la historia, Freud recurre a las afirmaciones de Iwan Bloch, cuando éste declara que existieron desde siempre, aún en las civilizaciones más avanzadas y por tanto no son “signos de degeneración” y a sus estudios psicoanalíticos con neuróticos.
Es importante recalcar que “los síntomas neuróticos son satisfacciones sexuales sustitutivas”, así se han encontrado mociones homosexuales en dichos pacientes, lo cual comprueba que tales comportamientos sexuales no son característica de los invertidos, simplemente que éstos últimos se diferencian de los anteriores porque tienen conciente y manifiesta su condición. Y es allí donde tiene cabida la paranoia, pues ésta “por regla general nace del intento de defenderse de unas mociones homosexuales hiperintensas”.
En la neurosis histérica los órganos sexuales pueden sustituirse por otros órganos que normalmente no están destinados para “la reproducción”. Sin embargo, a diferencia de las perversiones, en estas la interpretación debe atribuírsele a la inconciencia del sujeto.
En la neurosis obsesiva aparece la caracterización de mociones sexuales sádicas hiperintensas, por tanto sus síntomas les sirven como defensas para responder a tales mociones.
Otra forma de neurosis, cavilosa, se caracteriza por una exacerbación desmedida de actos que normalmente se hacen en el preámbulo de la sexualidad.
Es importante aclarar que la neurosis surge por la frustración de la satisfacción sexual normal, la que conlleva a “caminos anormales de excitación sexual”. De allí que las mociones perversas aparezcan con mayor fuerza. A dichas mociones se les demoniza manifiestas y pueden darse por el hecho de que instituciones y acontecimientos repriman la satisfacción sexual normal. Sin embargo, puede darse el caso de que sean el modo de vida normal del paciente.
Todas las perversiones que aparecen sin causa aparente, tuvieron que haber existido alguna vez y dicha afirmación puede confirmarse en la sexualidad del niño. El niño naturalmente es sexual y su disposición a las perversiones corresponde a su inmadurez. Como expresa Freud abiertamente “la sexualidad perversa no es otra cosa que la sexualidad infantil aumentada y descompuesta en sus mociones singurales”.
El infante posee dicha sexual porque nace con ésta y de ninguna manera se puede pensar que la misma aparece en la pubertad. En aquel período florece la capacidad de reproducción, más no la pulsión sexual.
Entonces, ¿por qué no se puede comprender la sexualidad de los niños? Según Freud porque todo adulto “fue alguna vez niño y como tal se estuvo sometido a la influencia de la educación”. “La sociedad tiene que hacerse cargo de domeñar la pulsión sexual cuando aflora como esfuerzo de reproducirse,[…] tiene interés en posponer su desarrollo pleno hasta que el niño haya alcanzado un cierto grado de madurez”, ya que con esto se pierde el control educativo, puesto que dicho afloramiento rompería con toda la moral y la cultura de la sociedad. Es allí donde Freud afirma que el motivo es económico “como no posee los medios de vida suficientes para mantener a sus miembros sin que trabajen, tiene que restringir su número y desviar sus energías de la práctica sexual para volcarlas al trabajo”. Para evitar los tormentos de la pubertad, se interviene en la niñez, ya que el sujeto es más dócil, volviendo su vida asexuada y negando su observación y existencia.
Aún así, los niños son los únicos que no participan de tal proyecto. Y es allí donde opera más la represión y evitación educativa.
Para hablar de la vida sexual del niño debe tener en cuenta el concepto de libido, traducida como la fuerza en la cual se exterioriza la pulsión. Así, su primera moción sexual aparece en la etapa lactante, indirectamente por funciones importantes para la supervivencia, como es el comer. Cómo el lactante encuentra placer luego del adormecimiento, desea repetir este momento pero ya no con el fin de alimentarse sino de producirse placer, ya que observa que de las dos maneras lo encuentra y al final no logra dormirse sin “chupetear” el seno de la madre. Y es allí donde empieza la represión, pues dicho comportamiento se le ve como una práctica de capricho a la cual hay que renunciar.
Allí, en el seno de la mano se instaura la primera zona erógena conocida por el sujeto, entendiendo como erógena a las partes del cuerpo que proporcionan placer sexual. Y es en aquel lugar donde se instaura el primer objeto de la pulsión sexual, buscándose distintos objetos a lo largo de la vida.
Cuando se le reprime del acto del chupeteo, el lactante sustituye dicho objeto por un lugar de su cuerpo y es allí donde “se independiza del mundo exterior en cuanto a la ganancia de placer”.Sin embargo, no todas las zonas erógenas causan el mismo placer, es allí donde el niño encuentra satisfacción explorando cuáles son las partes que le brindarán goce.
Pero, como cita Freud a Lou Andreas-Salomé “el mundo exterior se le enfrenta por primera vez como un poder inhibidor, hostil a sus aspiraciones de placer, y así vislumbra las luchas internas y externas que librará después.” Esto lo descubre cuando expele los excrementos, ya que es regulado por otro y no por él cuando lo desea. Para obligarlo le expresa que dicho acto es indecente. Es allí donde debe cambiar placer por dignidad social.
Antes de aquel suceso, el niño dignifica su excremento porque es algo que hace parte de él y por tanto lo toma como “regalo” para sus seres queridos. De allí una explicación somera del gusto hacia el sexo anal.
El niño tiene, según lo explicado anteriormente, una vida sexual perversa, ya que su sexualmente se encamina hacia el lado opuesto de la reproducción, ya que lo que caracteriza a la perversión es precisamente esto: el abandono de la meta de la reproducción. Es ahí cuando se le llama a una práctica sexual “perversa”, no lo antes creído como indecoroso.
Por tanto, la sexualidad infantil es importantísima para entender la sintomatología de las neurósis.
Esta no inicia en la diferenciación de los sexos, ya que el niño considera identicos los genitales, los masculinos. Posteriormente en la observación de uan mujer descubre que no todos poseen un genital masculino e intenta desmentirlo, pues le parece ilógico la ausencia de algo que él tanto aprecia. Más tarde siente temor a que se le haya abierto y allí asume que vienen las justificaciones de toda la represión que se le era implantada, dejando que se produzca el complejo de castración, el cual influirá en su vida y su forma de configurarse. En el lugar de la niña, es el clítoris el que desempeña el papel de pene.
Su interés sexual proviene en primera instancia por la llegada de un bebé nuevo, pues siente temor de ser desplazado y se enfurece con las calumnias que los adultos dicen al respecto. Así que realiza suposiciones, pero cuando descubre que estas son fallidas asume que el padre debe cumplir un papel importante en el proceso, aunque no sepa cual. Cuando es testigo del acto sexual, piensa que se trata de un comportamiento violento y asesino, lo cual lo perturba y justifica en la menstruación de la madre.
Por el momento es todo lo que se puede decir al respecto sobre la vida sexual de los seres humanos.